Explorando la transformación emocional a través de la música.
La música: una necesidad del alma
Desde tiempos ancestrales, la música ha acompañado al ser humano como forma de expresión, conexión y transformación. No es solo un arte, sino una experiencia profundamente humana que nos atraviesa y nos une.
Como señala el músico y psicólogo Dr. Stefan Koelsch, “la música es una necesidad humana”. Está en nuestro subconsciente, en nuestro cuerpo, en nuestra historia emocional. Nos habla en un lenguaje que no necesita traducción, despertando algo esencial que muchas veces permanece dormido.
En mi camino como educadora emocional, profesora de yoga y guía de meditación, he comprobado que la música tiene el poder de transformar las emociones escondidas en el subconsciente. Puede despertar memorias olvidadas, liberar emociones retenidas y actuar como puente hacia el bienestar interior.
Mi viaje emocional a través de la música
Durante mi juventud, el punk y el rock fueron mi refugio. En medio de una etapa marcada por la inconformidad, estos estilos me ofrecieron una vía para canalizar la rabia que sentía hacia una sociedad que percibía como injusta. Bandas como Rosendo o Boikot se convirtieron en portavoces de emociones que yo aún no sabía cómo expresar con mis palabras.
Sin embargo, con el paso de los años, mis necesidades internas comenzaron a transformarse. A partir de los 35 años, atravesando una etapa de sobrecarga emocional, sentí la necesidad de buscar algo muy distinto: consciencia, calma. Fue entonces cuando descubrí otro tipo de música. Los mantras de Snatam Kaur o la voz espiritual de Tina Turner me acompañaron en ese nuevo proceso de concentración, interiorización y serenidad.
Después de años de práctica de meditación, necesité dos años de silencio, dejando que la quietud armonizara mi sistema emocional.
Cuando recuperé el equilibrio interior, sentí, casi mágicamente, la necesidad de escuchar música pop.
Gracias a mi trabajo con adolescentes, descubrí a Sebastián Yatra, cuyas letras de amor y desamor conectaron profundamente con heridas emocionales que aún necesitaban ser sanadas (pero esa es otra historia…), convirtiéndose este artista en mi «hermano emocional».
Cantar esas canciones fue un ejercicio de expresión, liberación y empoderamiento que junto a mi práctica de meditación, de yoga y de la inclusión de nuevos hábitos, me permtió avanzar y soltar las emociones amigdalianas que me tenían «presa».
Más tarde, el rap, que antes rechazaba, llegó a mí como una nueva herramienta de autoestima y afirmación.
Canciones como Lo bonito de vivir, de El Chojin y Dante, me ofrecieron palabras firmes pero amables para reconocer mi poder emocional, mi potencial y recordarme que, incluso en medio del caos, la vida es un hermoso milagro.
El subconsciente y la necesidad de liberar lo oculto
Este tipo de música liberó mi subconsciente, donde residen muchas de nuestras emociones más profundas y ocultas. ¿Te imaginas que por una ruptura en tu adolescencia, ese dolor emocional quede guardado y en la edad adulta no sepas bien que te pasa? La psicología y la neurociencia han demostrado que gran parte de nuestras emociones y creencias están almacenadas en esa capa invisible de la mente. Cuando no se expresan, pueden transformarse en tensiones, bloqueos o malestar crónico que no te permitan vivir la vida con plenitud.
Como explica el neurocientífico Joseph LeDoux, “las emociones no procesadas conscientemente pueden mantenernos en sufrimiento aunque la amenaza ya no exista”. Por eso, herramientas como la música o el canto, son fundamentales para liberar lo no dicho, expresar lo que pesa, lo oculto…
Desde la educación emocional, esta expresión consciente es esencial para restaurar el equilibrio interior. Cantar, la canción apropiada, es soltar. Y al hacerlo, comenzamos a sanar.
Flexibilidad mental: clave para la transformación
A partir de ahí, entendí algo fundamental: mi evolución musical había sido mucho más que un cambio de gustos. Había sido, en realidad, un entrenamiento en flexibilidad emocional y mental.
Aceptar diferentes estilos musicales fue también aceptar diferentes partes de mí misma. Cada ritmo, cada letra, me abría a una nueva perspectiva emocional, a una forma distinta de sentir y de expresar.
Esta apertura, en realidad, era mucho más que una cuestión de gustos o preferencias estéticas. Era una forma de entrenar mi mente y mi corazón en la flexibilidad, en el camino hacia la salud emocional. En este sentido, la neurociencia lo respalda: la flexibilidad cognitiva —como señala Adele Diamond (2013)— fortalece la resiliencia emocional y estimula la neuroplasticidad cerebral. En otras palabras, nos ayuda a adaptarnos, renovarnos y evolucionar.
Porque ser emocionalmente flexibles no significa perder nuestra esencia, sino todo lo contrario: significa crecer hacia estados de consciencia mas elevados, que nos permiten vivir plenamente. Ahora piensa: ¿cuál es la canción que crees te puede ayudar a expresar lo no expresado?
¿Qué dice la ciencia sobre la música y la emoción?
De hecho, esta capacidad de la música para acompañar nuestros procesos emocionales está respaldada por diversas investigaciones. Estudios en musicoterapia y mindfulness muestran que la música bien elegida favorece la autorregulación emocional, la consciencia corporal y el autoconocimiento (Moret-Puig, Gustems y Calderón, 2016).
Canta, vive, crea
Cantar conscientemente no requiere técnica profesional, solo presencia.
Cuando cantamos desde la calma:
El pensamiento se unifica.
El cuerpo se relaja.
El corazón se armoniza.
Como señala Chun Tao Cheng, “cantar con expresión crea vibraciones que elevan el espíritu y calman la mente”.
La música es para vivirla, no solo para oírla.
Sé voz. Sé ritmo. Sé melodía.
Música: liberación consciente, no anclaje emocional
Pero más allá de lo que dicen los estudios, hay algo que puedes experimentar por ti misma: cantar. No como una técnica escénica, sino como un acto íntimo de conexión.
Cantar conscientemente no requiere formación vocal, solo presencia.
Cuando cantamos desde la calma:
El pensamiento se unifica.
El cuerpo se relaja.
El corazón se armoniza.
Como señala Chun Tao Cheng, “cantar con expresión crea vibraciones que elevan el espíritu y calman la mente”.
La música es para vivirla, no solo para oírla.
Sé voz. Sé ritmo. Sé melodía.
¿Te gustaría conectar con tu bienestar emocional a través de la música y la meditación?
La música ha sido, para mí, un camino de transformación emocional, una medicina, un espejo de mi alma. Cuando la escuchamos con presencia —y aún más cuando nos atrevemos a cantarla—, nos devuelve a casa, nos libera.
Si sientes que algo en ti resuena con este viaje, quizá también puedas transformar tu bienestar emocional a través del sonido, la atención plena y el movimiento consciente.
Te acompaño en formaciones online en directo, con sesiones semanales donde entrenamos mente, cuerpo y corazón mediante prácticas de educación emocional, meditación y yoga para el bienestar.
Un abrazo lleno de calma,
Corina Ticre